Gracias por el apoyo

Ahora que se acerca el día de nuestro ConCierto Atrevimiento y viendo la cantidad de ensayos que hemos hecho y los que nos quedan aún por hacer esta semana, me vienen a la cabeza recuerdos de mi infancia como estudiante de música, de mi paso por escuelas de música y conservatorios, y quería contaros.

Yo empecé con la música a los 7 años. O más bien, empecé oficialmente a los 7 años. Porque la música llegó a mí mucho antes. Recuerdo cantar cánones a dos voces en el coche con mi padre, como el «eramsamsam, eramsamsam, culi, culi, culi, culi, culi, eramsamsam» (o Arramsamsam y guli guli como en realidad es, aunque yo no lo sabía…) o bailar el número de «En la caverna del rey de las montañas» de la suite del Peer Gynt de Grieg en el salón, empezando despacio y corriendo como locos al final… No olvido la llegada por sorpresa de un Clavinova a mi casa, que resultó ser definitiva para el comienzo de mi oficialidad en la música.

A partir de esos 7 años, fui descubriendo las bondades y sacrificios que suponen ser estudiante de música; yo siempre tenía que estudiar, aunque no hubiera examen al día siguiente (como me decían mis compañeros del cole), pero a la vez me sentía especial por hacer algo diferente y que me abría la posibilidad de disfrutar de experiencias nuevas… Mi primer concierto, en el que no entendía muy bien por qué todo el mundo me miraba, la primera vez que toqué en una orquesta de cuerda con ese olor tan característico y esa cantidad de sonido indescriptible, la primera vez que canté en un coro o que toqué en un grupo de pop con mis amigas del instituto. ¡Son muchísimos recuerdos!

Pero todo esto hubiera sido imposible sin el apoyo incondicional de mis padres y mi familia en general… Porque, ¿quién os creéis que me llevaba a todos esos sitios para que yo disfrutara de las experiencias? ¿Quién esperaba a las 22h de la noche en el coche a que saliera del conservatorio para llevarme a casa? ¿Quién me escuchaba repetir una y otra vez el mismo pasaje hasta que me saliera (o no) y además aguantaba mi «enfado» cuando me decía «yo creo que eso aún no está bien» y yo contestaba «y tú qué sabes» muy a sabiendas de que tenía razón…? ¿Quién estaba en cada concierto, audición, examen o prueba para apoyarme y aplaudirme? ¿Quién me llevaba a los ensayos de los sábados por la mañana? O por la tarde, o el domingo, o…

Y a eso voy… ¿qué sería de nosotros sin vosotros? Como estudiante de música que fui y músico que soy, no puedo estar más agradecida por el apoyo que recibí durante tantos años y que sigo recibiendo a día de hoy y, como directora de la escuela Sol Menor y profe de piano y de violín de tantos alumnos, no os imagináis lo mucho que valoro los esfuerzos que hacéis por vuestros hijos, para que puedan disfrutar de nuevas experiencias que os aseguro que, en muchos casos, nunca olvidarán.

Por este motivo y, en esta ocasión tan especial, donde los alumnos dan un paso al frente y deciden atreverse a tocar ante todos nosotros, queremos hacer algo nuevo y hemos pensado que una buena manera sería dándoos la oportunidad de que les mostréis todo el apoyo que les dais con el hashtag #AtrevimientoSolMenor. ¡Las redes son vuestras! ¿Os atrevéis?

Y recordad, el próximo sábado 1 de abril, a las 12h, en el Centro Cultural Alfredo Kraus os mostraremos el atrevimiento de Sol Menor del que tanto hablamos. ¡Allí nos vemos!

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