Y como no podía ser de otra forma, tuvo lugar la segunda de nuestras audiciones y… vaya, qué buen sabor de boca se nos quedó a todos.
Son audiciones que me gustan especialmente porque motivan para seguir adelante al ver el buen hacer de los alumnos, la seriedad y cariño con la que se hacen las cosas por parte de los profesores y los avances que se perciben de trimestre en trimestre.
Empezamos como solemos hacer, con las guitarras. Hubo bajas de última hora y al final fueron únicamente dos los valientes que nos deleitaron con sus melodías. Pero qué bien lo hicieron… Aquí la prueba.
Después fue el turno de los violines. Como explicamos en el momento, tratamos de hacer algo distinto tocando unos con otros y prescindiendo esta vez de los pianistas acompañantes. Es más delicado, arriesgado y posiblemente imprudente hacer que varios alumnos principiantes de violín toquen juntos, porque es extremadamente difícil conseguir una buena afinación. Y sí, hubo fragmentos que quizás no quedaron todo lo afinados que hubiéramos deseado, pero mereció la pena correr el riesgo por esos momentos en que sí estaba afinado. Hubo detalles realmente especiales y bonitos, muy bonitos, que nos dan fuerza y esperanza para seguir por esta línea que nos puede dar muchas alegrías. Veamos a los valientes sin trastes.
Para terminar, el canto. Hubo momentos especiales aquí tambien. Como siempre, de hecho. Por la preciosa selección de obras y canciones y por los avances que notamos en las voces de nuestros alumnos.
Fue, además, sensacional la aportación que desinteresadamente hicieron algunas de las voces del coro Global Voices, acompañando a nuestros alumnos con gusto y calidad. Desde luego, fue un punto de distinción poco común y que esperamos tener la suerte de poder repetir en algún otro momento. ¡Gracias chicas!
Uno de los momentos tremendamente bonitos fue cuando nuestra querida Concha animó al público a cantar con nosotros un villancico de sobra conocido por todos. Los que seguís este blog ya sabréis lo mucho que me gusta cuando la distancia que hay entre público e intérprete desaparece y este, fue uno de esos momentos. Increíble.
Por último, un vídeo con tres pequeñas sorpresas que nos deparó la mañana. En primer lugar, una alumna de guitarra se animó a tocar un villancico que no estaba en el programa. ¡Pues claro! ¡Es Navidad!
Después, todos los alumnos de violín se unieron para tocar una pequeña pieza, acompañados por los alumnos de canto. Pero no; ellos no cantaban.
Para terminar (¡Aleluya!, pensaréis algunos…), Leonard Cohen despidió esta segunda audición de Navidad con la inmensa satisfacción que produce un trabajo bien hecho.
No te lo pierdas la próxima vez…