El violín es ese instrumento capaz de llevarte del infierno al cielo en un suspiro. Y viceversa. Muchos dicen que es chillón, que maltocado es peor que un gato maullando o que requiere una postura absolutamente antinatural. Y puede que sea verdad. Pero también es verdad que cuando tienes el violín colocado sobre el hombro, rozándote el cuello y sintiendo las vibraciones de las notas que produce dentro de tu cuerpo, cuando los dedos resbalan por ese mástil sin trastes sabiendo perfectamente dónde deben ir y cuando puedes adaptar tus movimientos con el violín a la música que estás tocando, tienes la sensación de que es una auténtica prolongación de tu cuerpo.
Recuerdo que hace años, bastantes ya, vi la adaptación cinematográfica de El Conde de Montecristo en la televisión. Sin ánimo de querer desvelar la trama a aquellos que aún no la conozcan, querría compartir un momento de la película que me marcó por lo emocionante y tenso y, sobre todo, por la música. ¿No decía antes que puede llevarte del infierno al cielo en un suspiro? Aquí, el Conde de Montecristo es presentado por primera vez a la condesa de Mondego, que quiere agradecerle un favor que éste le hizo a su hijo. De repente, como si acabara de ver un fantasma, al verle ella reconoce a alguien. Alguien que no puede ser. ¿O sí? Pues bien, todo este momento es acompañado por un fragmento del 2º movimiento del concierto para violín y orquesta en Sol menor (qué casualidad…) de Max Bruch. Ese violín, acompañando esa mirada de Mercedes, al sentimiento provocado por el encuentro inesperado… Aquí os lo dejo.
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A su vez, la orquesta es una prolongación de este instrumento. Pues no sólo te da el violín el placer de tocar solo, sino que cuando se une a un grupo de entre 60 y 120 instrumentos, da sentido a la frase que dice que la música es un deporte de equipo.
Por supuesto tenemos también los pequeños grupos de música de cámara en los que suele ser bastante usual que haya un violín. La formación más conocida es el cuarteto de cuerda, formado por dos violines, viola y violoncello, instrumentos que junto al contrabajo completan la familia de instrumentos de cuerda frotada. Hay multitud de obras compuestas para cuarteto de cuerda, tanto de autores clásicos como contemporáneos y además, a veces se hacen adaptaciones de obras para orquesta de cuerda.
Y como en todas las disciplinas, con el violín también se puede hacer mucho el «gamberro». Os dejo un vídeo de Pagagnini (¡un grupo español!) al que os recomiendo que vayáis a ver si podéis. Aquí en un programa francés, asombran a nuestros vecinos con todo su arte.